¡Hoy repasamos la historia de las planchas de vapor!
Ropa sin arrugas = símbolo de pulcritud
A lo largo de la historia las distintas sociedades han buscado eliminar las arrugas de sus prendas de vestir.
Los orígenes de un instrumento, hoy en día, imprescindible en todos los hogares como es la plancha, se remotan al siglo IV antes de Cristo. Ya entonces, los griegos tuvieron las primeras ideas para tratar de alisar la ropa. Y es que las prendas libres de arrugas han sido un símbolo de refinamiento, pulcritud y categoría social durante 2.400 años como mínimo, si bien nunca fue fácil conseguir el efecto deseado, ya que las planchas primitivas se basaban en el uso de la presión. Únicamente algunas utilizaban además el calor para eliminar arrugas o formar pliegues en las prendas recién lavadas.
En la antigua Grecia se utilizaba una especie de barra de hierro cilíndrica que pasaban por las prendas tras haber sido calentada.
Dos siglos más tarde, los romanos ya planchaban y plisaban con un mazo plano, metálico, que literalmente martilleaba las arrugas. Con estos dispositivos, el planchado era algo más que una tarea prolongada y tediosa; era un trabajo pesado que hacían, precisamente, los esclavos. Existen documentos que reflejan que en el siglo I Después de Cristo los chinos utilizaban un recipiente de lata, que contenía brasas y poseía un mango. Incluso los belicosos vikingos del siglo X apreciaban las prendas exentas de arrugas, a menudo plisadas.
Empleaban una pieza de hierro en forma de hongo invertido que movían sobre la tela húmeda. Los historiadores de la moda aseguran que la dificultad de formar los pliegues servía para establecer la distinción entre las clases altas y bajas en materia de indumentaria. Los campesinos no tenían tiempo para planchar con tanto esmero, y los pliegues eran un signo externo de que se contaba con esclavos o sirvientes.
En Occidente se comenzó a usar un alisador de vidrio, mármol o madera, que se utilizaba en frío, ya que empleaba goma de almidonar, y ésta no permitía que se manipulase en caliente. Este sistema estuvo vigente hasta alrededor del siglo XV, cuando las familias europeas acomodadas comenzaron a utilizar la llamada «caja caliente».
El hecho de lucir una indimentaria lisa o con pliegues bien definidos ha sido a lo largo de los años un símbolo de pulcritud y de estatus social. Pese a que los orígenes de la plancha se remontan al siglo IV antes de Cristo, no fue hasta 1882 cuando apareció el concepto tal y como hoy lo conocemos.
En ese año, el estadounidense Henry W. Seely inventó y registró en la Oficina de Patentes de Nueva York la primera plancha eléctrica. Se trató de una verdadera revolución,ya que hasta entonces se empleaban las llamadas planchas de lavandería, que se calentaban sobre fogones en un principio, y después con otros métodos, como el agua caliente, gas o alcohol.
El nuevo artefacto tuvo al principio un éxito reducido ya que en esa época todavía no estaban instaladas las redes eléctricas en los hogares. No fue hasta 1924 cuando la plancha fue dada a conocer ampliamente, y fue entonces cuando Joseph Myers le introdujo un termostato.
Dos años más tarde la compañía Eldec sacó a la venta la primera plancha con rociador de vapor, llegando el verdadero «boom» del planchado. Desde entonces, este electrodoméstico ha evolucionado a lo largo de las décadas, dando lugar, ahora, en pleno siglo XXI, a un centro de planchado de última tecnología
Ventajas de los centros de planchado vs planchas de vapor
Para acabar, queremos repasar el porqué los centros de planchado son mucho más eficientes que las planchas de vapor tradicionales:
La mayor ventaja de los centros de planchado con respecto a la plancha tradicional es que requieren una menor temperatura para eliminar las arrugas de la ropa. De esta forma se evitan los indeseados brillos en las prendas oscuras, lo que ofrece un acabado más profesional.
Su gran capacidad para generar vapor en cualquier posición lo convierte en un instrumento muy útil para planchar tanto tejidos como cortinas. También hay que destacar que elimina los malos olores de las prendas y confiere vida a los tejidos de abrigos y chaquetas.