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Secretos para planchar bien una camisa

Hoy entrevistamos a una planchadora profesional que nos revelará los secretos mejor guardados Azab 500 para planchar Sustanon 250 For Sale bien una camisa.

Todo el mundo sabe en Lo Viejo y más allá que Jaxin Altamira, hija de Patricia Araneta, esposa que fue de Antonio Basurto, es planchadora. Por saber lo supo hasta el Premio Nobel Jacinto Benavente a quien la familia Altamira-Araneta planchó sus camisas cuando se alojaba en el Biarritz. Hasta en la puerta de la casa de Jaxin una placa de latón anuncia: Planchadora

– Todo el mundo sabe que es usted planchadora pero a mí me dijeron que ser lo que realmente era, es encañonadora. Me encanta esa palabra, ¿me cuenta?

– Claro que soy planchadora. Desde muy pequeña. Mi madre vino de Zaldibia y se puso a servir en casa de una famosa planchadora del Antiguo que le enseñó el oficio. A los seis años yo ya le ayudaba a llevar la ropa al hotel Biarritz para donde trabajábamos muchísimo. Mi padre murió y tuve que dejar la escuela (estudiaba en el colegio Elizarán) y ponerme a planchar yo también. Pero tienen razón, lo que realmente me gusta es encañonar. Es un puro placer.

– Usted me dirá por qué.

– Pues en realidad no lo sé pero es realmente bonito. Mira, todo consiste en lograr que los faldones de los bautizados, los gorritos, tengan esas ondulaciones tan preciosas, esas vueltecitas tan lindas. Lo importante, lo más difícil, es conseguir que no se quemen las puntillas. pero para eso está el periódico.

– ¿El periódico?

– Claro, mujer. ¿Ves estas tenacillas? Tienen más de 60 años. Pues bien, han de pasar del fuego al periódico.

– ¿Y para qué?

– Así controlo que no quemen la tela. Si no ponen amarillas las hojas del diario puedo aplicarlas a los faldones para hacer las vueltecitas, para encañonar.

– Me habla continuamente de faldones para bautizados. Pero usted también plancha y encañona trajes de Primera Comunión, ¿o no?

– Ya no. Es un trabajo muy duro. Tengo ya ochenta y tres años. Además, fijate en una cosa: las niñas de hoy hacen la Comunión muy mozas, a los 9 años, y eso significa que los vestidos son muy grandes, con mucha tela. Hay que hacerlos sobre tablas, hay que almidonar mucho.

planchar bien una camisa

– Sabía yo que tarde o temprano aparecería el almidón. Le resulta imprescindible, ¿verdad?

– Y que lo digas. Es una maravilla. El almidón de siempre, ¿eh? Los líquidos que se usan ahora no están mal pero son otra cosa. Yo enseguida me doy cuenta porque la ropa a la que han echado ese spray se pega a la plancha. El mío es el de siempre, el Remi.

¿Cómo planchar bien una camisa?

– ¿Me planchará esta camisa?

– No, pero te enseñaré a hacerlo bien. Una cosa, no olvides almidonar cuello y puños. Empieza a planchar precisamente por ahí, por el cuello y las mangas con sus puños. Luego, sobre la mesa, tumbado, haz el bajo. Después, la pechera, la izquierda y la derecha. Ata los botones. Dobla la camisa por la mitad y pon ya una manga sobre la otra.

– Seguro que su marido sabía planchar.

– Antonio era un amor. Me ayudaba a encañonar, con las faldas plisadas y los cuellos de brillo. Jaxin en su cocina, plancha en mano. Las tenacillas, cerca.